Chile despertó

En agosto de 1949, los santiaguinos se volcaron a las calles para manifestar su descontento al gobierno del presidente radical Gabriel González Videla. La razón: el aumento en 20 centavos de la tarifa del transporte público. Estudiantes, trabajadores, obreros, todos se hicieron parte de las protestas, que en algunos puntos se tornaron violentas.

Han pasado 70 años desde aquellas jornadas de rebelión, y hoy la historia parece repetirse. Durante los últimos días, estudiantes y otros grupos iniciaron una campaña de desobediencia civil, consistente en la evasión del pago de la tarifa del Metro, en Santiago. Un acto no violento en respuesta a la creciente alza del costo del transporte metropolitano, el más caro de América Latina.

Este movimiento ha evolucionado hasta demostrar el descontento general hacia la situación actual de nuestro país, y particularmente al desempeño del gobierno del presidente Sebastián Piñera. Digamos que las declaraciones de sus ministros no han ayudado a apaciguar los ánimos.

El ministro de Hacienda, Felipe Larraín, señaló a los medios de comunicación que el valor de las flores había bajado, y que eso era una buena noticia para los románticos. La ministra de Transportes, Gloria Hutt, amenazó con quitar la Tarjeta Nacional Estudiantil (TNE) a todos los estudiantes que evadieran el pago del metro. El ministro de Economía, Juan Andrés Fontaine, hizo un llamado a que quienes desearan pagar una menor tarifa de transporte, madrugaran.

Con estas palabras insensatas, y acciones igualmente reprochables, se ha violentado a las familias, no solo de Santiago, sino que de todo Chile. Es un gobierno que no escucha a su gente.

El gobierno ha rechazado bajar a 40 las horas semanales de trabajo. El gobierno ha rechazado la posibilidad de retirar los fondos que cada cotizante ha acumulado en su AFP, obligando a nuestros adultos mayores a enfrentar su vejez con pensiones indignas, miserables. El gobierno no ha actuado ante la contaminación en Quintero y Puchuncaví. El gobierno ha avanzado con políticas regresivas como Aula Segura. El costo de la luz ha aumentado más de un 30% solo durante este año. El costo del TAG, en las autopistas, se ha ido a las nubes. Se saquearon y privatizaron las empresas del Estado, las empresas de todos los chilenos. Tenemos una clase política corrupta, degenerada, ante el poder del dinero y del narco.

El chileno se ha cansado de agachar la cabeza. Y ya era hora. No han sido el Frente Amplio ni el Partido Comunista, como ha dicho el extremista José Antonio Kast, los que lo han levantado de su letargo. Han sido décadas de abuso, de atropellos. El gobierno ha respondido con represión, con violencia, recordándonos aquella triste y sombría época que, al parecer, nunca se ha ido. La declaración de estado de emergencia en algunas provincias de la región Metropolitana puede ser considerado como el sepulcro político del presidente Sebastián Piñera, a la cabeza de una administración completamente desconectada de la realidad que viven los ciudadanos de nuestro país, que luchan por llegar a fin de mes con sueldos mínimos mediocres, inhumanos.

Si hay algo que se le puede agradecer al gobierno de Sebastián Piñera es que ha remecido definitivamente al pueblo de Chile. El pueblo ha dicho basta. Chile despertó.