Conversando con Fernando González Ríos, fotógrafo e hijo ilustre de San Fernando

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Era una calurosa tarde de noviembre. Con mis amigos Joaquín Alarcón y Lucas Garrido estábamos en San Fernando buscando respuestas a nuestras interrogantes, y en esa indagación llegamos a una casa cercana al estadio municipal. Allí nos recibió cordialmente Fernando González Ríos. Nuestra primera impresión al entrar: cuadros fotográficos que evocan el pasado de la ciudad, entre ellos un retrato de Juan Danús y unas antiguas cámaras que junto a su propietario han sido testigos de la historia local. El conocido fotógrafo de 85 años, hijo ilustre de San Fernando, nos conversó sobre su carrera y su vida.

Nació el 9 de agosto de 1932 en Machalí, ciudad que entre 1928 y 1935 perteneció a la Provincia de Colchagua. A los 17 años llegó a estudiar cuarto año de humanidades en el colegio de los Maristas, hoy denominado Instituto San Fernando.

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Sobre sus comienzos en el arte de la fotografía cuenta que fue a comienzos de los años 1950, \»cuando estaba haciendo el servicio ahí le tomaba fotos a los compañeros del Regimiento\». Sin embargo, hubo un encuentro crucial en su pasión profesional. \»Tuve la suerte de encontrarme con una persona, que era uno de los grandes fotógrafos chilenos, que es don René Combó, y un día se me ocurrió ir a preguntarle si podía enseñarme fotografía. Era Ahumada 24, segundo piso, una escalera de madera, segundo piso\», relata.

Continúa: \»No sé qué cara habré puesto, me dijo \’Yo no soy profesor de fotografía, pero si quiere aprender algo, sírvame de ayudante\’. Y me hice muy amigo de él. Me enseñó todas las técnicas, sobre todo las murales, que eran químicas. No como ahora que son digitales (muestra las fotos de su casa) […] En ese tiempo había que saber hacer una foto, era bien completo\».

\»Yo empiezo a mirar ahora, ¿cómo lo hice esto? Cuando tenía que juntar dos papeles por ejemplo, el papel tenía diez metros de largo y un metro diez de ancho. Yo necesitaba de ancho para la foto… un metro cincuenta por ejemplo, entonces tenía que agregarle un pedazo, y tenía que hacer un revelado acorde al tamaño, y dónde hacerlo… era re-complejo. Ahora lo veo y me digo, ¿pero cómo me salieron estas fotos? Como una foto de seis metros cuadrados que le hice al Banco de Chile, en ese tiempo yo retoqué con un pincelito en una escalera\».

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En San Fernando se instaló con su primer estudio en un garaje ubicado en la esquina de Chacabuco con Manuel Rodríguez. Tuvo como \»competencia\» a dos fotógrafos, Pedro y Roberto Allende. \»Yo venía con toda la nueva tecnología, ellos usaban todavía negativo de placa, yo empecé a ocupar [rollos]. El primer flash electrónico que empezó a funcionar por acá era mío. Pucha… tomar una foto me daba la corriente por todos lados, porque había que sincronizarlo y nadie sabía sincronizar aquí el flash, tenía un retardo\».

Colaboró en los tres principales periódicos de la historia reciente sanfernandina: La Región, La Voz de Colchagua El Guerrillero. En la primera edición de éste ultimo, fechada 26 de agosto de 1956, el recordado \»Chito\» Morales lo introduce así: \»Junto con la aparición de esta revista se inicia en nuestra ciudad una nueva etapa periodística, ya que tiene como base fundamental el trabajo de nuestros reporteros gráficos, que de esta manera nacen al diarismo colchagüino. Venciendo toda clase de dificultades hemos logrado coordinar estas dos fuerzas del periodismo: la figura y la palabra escrita\». En La Región y La Voz dice que sus apariciones eran esporádicas, ya que su principal tarea era como corresponsal de La Tercera de La Hora de Santiago. Para los diarios sanfernandinos \»salíamos con Sergio [Morales], él tenía la crónica [en La Región] y yo tenía las fotos\». Escribía con el seudónimo Fergo.

En los veranos se dirigía al balneario de Pichilemu. \»Volvía cargado con plata, allá me dedicaba sólo a revelar y no a sacar fotos. Vendía material fotográfico\». También confidencia: \»Arreglábamos así bien chanta las cámaras, las radios. En ese tiempo habían radios a pila… nos entreteníamos porque no teníamos idea cómo se hacía\», dice riendo.

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En 1971 el primer ministro cubano Fidel Castro, líder de la revolución de ese pais, estuvo de paso por San Fernando junto al presidente Salvador Allende. En esa ocasión don Fernando también estuvo capturando instantáneas. Y alguien le tomó una foto a él haciendo su trabajo. \»Tengo una foto con él [Castro], tengo una historia… esa foto me la tomó alguien y me la mandó esa persona\».

Llegado el golpe de Estado de 1973, cuenta que \»en San Fernando no se sintió mucho el golpe, después empezamos a darnos cuenta y esa es una opinión de todos, porque nosotros éramos como provincianos y no teníamos idea de lo que pasaba en Santiago. Bueno… después se destaparon tantas ollas ahí\».

Sobre el régimen militar, dice que funcionarios de Investigaciones lo llamaban para tomar fotos. \»Tenía dos amigos ahí, entonces me decían \’Fernando, el jefe quiere que vamos a un operativo para que tomís fotos\’. […] Y mi compadre me llama un día por teléfono y me dice \’Compadre, sácate inmediatamente esa foto que tenís en tu escritorio\’ [la foto de Fidel Castro]. Claro, había ido un teniente [a mi casa] a preguntar no sé qué cosa y bueno, después sacando conclusiones me preguntó no se qué cosa por lo de la foto y desapareció. Y hace unos cinco años atrás uno de mis compadres me dijo \’Oye, yo tengo varias fotos tuyas\’, y me las pasó, me tenía una caja llena de fotos y entre esas fotos estaba esa fotografía que me tomaron a mí con Fidel Castro\».

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Entre 1980 y 1984 dirigió la Casa de la Cultura de San Fernando. Intentó publicar el periódico La Voz de Colchagua en dictadura, pero no se le permitió. Sufrió un ataque en su residencia posteriormente, que destruyó una parte de ella. Y además fue removido de su cargo en la Casa de la Cultura.

Dice que fue gran amigo de Pirincho Vergara, un cantautor izquierdista que fue perseguido por la dictadura, según cuenta. \»Conversaban entre los jefes \’Vamos a ir a buscar a Pirincho más rato, ahí este huevón va a declarar\’. Yo partía, \’Pirincho, súbete a la camioneta\’, y lo llevaba a su casa en Curicó. Era mi amigo\». También tuvo amistad con Ángel Parra. \»Yo tenía un negocio en Santiago [\»El Rancho del Tata,\» restaurant en Providencia] y con Ángel nos juntábamos todas las tardes, y me traía gente de París, ya estábamos en democracia, y me traía toda la gente que él invitaba de allá de París. Así que teníamos unas tertulias preciosas\».

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Considera que su fotografía más significativa es una tomada a un tren en 1956. \»Fue [parte de] mi primera exposición, y esa foto hasta el día de hoy me han comprado cualquier cantidad [de copias]\». La exposición \»Visión de 30 de agosto\» fue auspiciada por el periódico El Guerrillero en 1956. \»Ese día llegaron miles de personas, hicieron picnic a la orilla de la línea del tren, pagaron mandas a cambio de unas estampitas que entregaban un refuerzo de sacerdotes y seminaristas enviados por el obispado de Rancagua. Comieron unas viandas de dudosa higiene y también se fotografiaron\», dice en su último libro.

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Estima que hay miles de negativos en su colección, de los cuales sólo ha digitalizado una fracción. \»Es la gran incógnita, hay personas que han conversado que han venido aquí a la casa y les digo, \’calcule, en este sobre hay veinte de a seis […]\», dice, agregando que hay algunos negativos que está descartando ya que tomó muchas fotografías de carnet de identidad, y aunque \»a veces salen caras conocidas\», la mayoría las desconoce. \»Yo les llevo las fotos a Sergio [Morales], tiene una memoria extraordinaria. Le digo que le ponga un numerito a cada foto y le ponga detrás los nombres de las personas\».

Ha publicado algunas de sus fotografías en dos libros. En 2013 salió a luz pública \»Despertando los recuerdos\» y al año siguiente \»San Fernando en el recuerdo\».\»Mi único gran compromiso es digitalizar todas mis fotografías\», concluye.

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