Editorial publicada en El Marino.
Estos últimos días hemos sido testigos del caso de la pichilemina Carolina Jorquera, quien requiere urgentemente la donación de un hígado para poder salvar su vida.
Lamentablemente, Chile posee uno de los índices más bajos de donación de órganos en Latinoamérica. De acuerdo a informaciones de la Corporación del Trasplante, existen 1.370 personas esperando donaciones de órganos, además de otros mil que esperan donación de tejido, a pesar de que, por la Ley 20.413 todos los mayores de 18 años son automáticamente donantes de órganos. Sin embargo, cualquiera puede renunciar a esta condición.
Según una encuesta, el 41% de los chilenos rechazan la donación de órganos. Por cada millón de habitantes, un promedio de 6.6 donan sus órganos. Como comparación, en Argentina y Uruguay la donación alcanza un promedio de 14.5 y 14.4 respectivamente.
Esto debe cambiar.
El caso de Carolina debe recordarnos que nadie está ajeno a sufrir un golpe tan fuerte. No podemos permitir que más personas sigan muriendo en nuestro país, por ignorancia o desconocimiento. Donar un órgano es regalar vida.
